Cómo hacer Esqueletos de Hojas

Materiales e ingredientes

Para obtener los esqueletos de hojas vivas, el primer paso será ir a dar un paseo por el bosque, el parque o un gran jardín, para reunir hojas con cutículas cerosas (esas que parecen como gomosas y algo brillantes), que sean gruesas y que tengan nervaduras fuertes.

También necesitarás agua (la del grifo está bien), y carbonato de sodio, también conocido como sosa, soda, barrilla, natrón o washing soda. ¡Ten cuidado aquí! No es lo mismo el carbonato de sodio que el bórax o que la soda o sosa cáustica. Las cantidades dependerán de las hojas con las que vayas a trabajar, así como de su tamaño, pero conserva una proporción de:

"Para hacer esta creación necesitas reunir hojas que tengan cutículas cerosas (esas que parecen como gomosas y algo brillantes), que sean gruesas y que tengan nervaduras fuertes."

• Agua suficiente para cubrir muy bien todas las hojas
• 1 parte de carbonato de sodio por cada 6 partes de agua

Además, consigue una olla mediana o grande (una que no lamentes maltratar), pinzas metálicas o resistentes al calor, un colador, lejía o lavandina, un contenedor amplio, colorante vegetal (estos dos últimos son opcionales) y una rejilla metálica.

Pasos para hacer esqueletos de hojas

Limpia las hojas con agua para quitar tierra, suciedades e insectos. Ponlas en la olla y cúbrelas muy bien con el agua (al menos tres veces sobre su altura), midiendo la cantidad que agregues para mantener la proporción de 6 partes de líquido por una de sosa.

Retira las hojas (sólo las agregamos para calcular la cantidad de agua) y agrega el carbonato de sodio. Trabaja en una habitación ventilada, tomando las precauciones necesarias. Revuelve y lleva al fuego moderado hasta que rompa hervor.

Reduce el fuego para mantener un hervor muy suave, con cuidado de que los vapores no irriten tu piel, mucosas u ojos. Agrega ahora las hojas, dejándolas tan “estiradas” como puedas dentro del agua. Deja que hiervan suavemente por unas 2 a 3 horas. Verás que, pasado el tiempo, el agua se ve repleta de una sustancia gomosa.

Toma las hojas una a una con las pinzas metálicas, con cuidado de no romperlas, y ponlas en el colador para dejarlas debajo del agua fría del grifo. Si fueran frágiles, ponlas en el colador y sumérgelo en un contenedor con agua fría, renovándola regularmente. Frota muy suavemente con tus dedos si quedaran aún adheridas algunas partes vegetales, exponiendo así únicamente su esqueleto.

Limpia la olla y vuelve a llenarla con agua, esta vez sólo lo suficiente para cubrir las hojas. Agrega media a una taza de lejía, lavandina o blanqueador, y sumérgelas. Deja que descansen allí por 30 minutos, para terminar de quitar el color, repasando con tus dedos si fuera necesario (usando guantes) de modo de limpiar por completo los esqueletos de las hojas a la perfección.