Detectar y controlar la agresividad
La agresividad es fuente de problemas en todas las situaciones imaginables. Lejos de la idea básica de agresividad como contacto físico, puede manifestarse de muchas formas haciendo que sea todavía más difícil de manejar.
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Aprendiendo a detectar la agresividad
La agresividad puede presentarse de muchas maneras: Conversaciones en las que notamos que perdemos el control a pesar de no subir el tono ni decir nada airoso, tensión en reuniones de trabajo o momentos delicados en los que todos tratan de imponerse, son buenas muestras de situaciones cotidianas que debemos aprender a tratar.
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Todos tenemos un punto de agresividad en nuestro interior. Es algo inevitable, y es que por muy calmados que nos consideremos habrá momentos en los que no podamos controlarnos, saliendo una personalidad nuestra que ni siquiera conocíamos.
Hay que tener en cuenta que esa actitud no siempre la manifestamos de forma directa, a pesar de que a nuestro alrededor entremos en discusiones de lo más agresivas.
"Todos tenemos un punto de agresividad en nuestro interior. Es algo inevitable."
Una forma de comprobarlo es ver cómo reaccionan los demás cuando discutimos con ellos. Habitualmente, una persona agresiva avasallará en este tipo de casos, buscando siempre imponer su opinión a la par que desprestigia la de los demás. Por otra parte, esta agresividad puede estar enfocada a puntos concretos: situaciones, personas, trabajo... Muchas variantes que pueden exagerar nuestra forma de ser.
Factores que aumentan la agresividad
Independientemente de cómo seamos, hay algunos puntos que hacen que nuestra agresividad aumente. Vivir en un ambiente agresivo nos induce a comportarnos de tal forma. A pesar de que la herencia influye en nuestra forma de ser, es inevitable reconocer la parte ambiental que hay detrás, haciendo que aprendamos que la agresividad funciona como método de conducta.
Factores como ruido intenso, calor o hambre también hacen que tengamos este sentimiento. Todos ellos son controlables una vez que nos concienciamos que nuestro estado de ánimo está cambiando por culpa de estos elementos. Podemos tanto cambiar las condiciones ambientales (comiendo, por ejemplo) como evitar un contacto con alguien que pueda acabar en agresión si nos damos cuenta que estamos en ese estado.
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"Una forma de comprobarlo es ver cómo reaccionan los demás cuando discutimos con ellos."
Autoconciencia, clave para controlar la agresividad
Al igual que con muchas emociones, una vez nos damos cuenta que estamos siendo agresivos podemos reducir el sentimiento con nuestro comportamiento inmediato. Uno de los métodos más clásicos es abandonar el lugar hasta tranquilizarnos, incluso disculpándonos con las personas que puedan estar en ese momento.
Después de este método podremos recurrir a técnicas de relajación y autocontrol, yendo a un nivel mucho más avanzado y que solo necesitaremos si realmente somos muy agresivos.