Cómo Evitar Condicionar a tus Hijos
¿Sabías que lo que digas ya desde bebé puede afectar su comportamiento en la vida adulta?. Entra aquí y aprende la importancia de no condicionar a los hijos.
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Saber evitar condicionar a tus hijos es fundamental para ayudarles a transitar sus propios caminos de vida.
Padres que Condicionan a sus Hijos
Para evitar condicionar a los niños debemos comprender cómo es que afectamos (o podemos afectar) su concepto de sí mismos mediante las palabras que elegimos usar. No se trata de ser agresivos hacia ellos ni siquiera de usar insultos o palabras negativas: es que incluso ese pequeño chiste, o la expresión de nuestros temores, puede modificar la imagen que tienen, que formen o que creen que deben tener sobre sí mismos. Puede sonar tremendo y algunos hasta descreerán de ello, pero muchos estudios (además de la experiencia de miles de mamás del mundo entero) han demostrado que lo que decimos sobre los pequeños es muy probable que lo conviertan en su propia realidad.
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Los niños requieren de constante aprobación de sus roles, de sus mayores, y en particular de mamá y de papá. Gustan de hacerlos sentir orgullosos, y quieren cumplir con esta imagen amorosa que tienen sobre ellos. Por eso debes tener cuidado cuando enuncies frases como “mi hijo es tremendo, no se queda quieto ni un segundo, creo que cada vez que no lo estoy mirando, está rompiendo algo en casa”. Al escucharlo, el niño comprenderá que esa es la imagen que tienes sobre él… ¿y adivina qué hará para hacerte sentir orgullosa de tu acierto?. Así es: vivirá como reflejo de estas condiciones que has impuesto, sin siquiera saberlo.
"Muchos estudios han demostrado que lo que decimos sobre los pequeños es muy probable que lo conviertan en su propia realidad."
Lo que dices puede impactar en la imagen que los hijos tienen sobre sí mismos. ¡Ten cuidado!
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Los adjetivos condicionantes
Así sea como una broma, en un regaño, hablando por teléfono con otra persona o incluso si tu hijo es aún un bebé, evita decir los adjetivos que puedan condicionarlo en su comportamiento al referirte hacia ellos. Si tú dices frases como “es inquieto”, “es llorón”, “se enfada fácilmente” o también “es el niño más brillante de su clase”, “no se equivoca al hacer sus deberes", tu hijo estará absorbiendo estas imágenes e intentando aplicarlas en sus propias vidas.
Así, no sólo condicionarás en lo que puede asumirse como “negativo” (por ejemplo, cuando dices “es terrible”, el niño podrá convertirse fácilmente en un niño terrible), sino que también lo condicionas en su concepto del éxito. Un gran desempeño al usar la cola de pegar papeles en la guardería no es necesariamente una señal de genialidad, pero si tú te la pasas diciéndolo, el pequeño intentará tener sólo 10 en sus calificaciones, incluso en las asignaturas que no le sean fáciles ni comprensibles durante la educación primaria. Esto sólo lo llevaría a la frustración, la ira, la decepción sobre sí.
Cómo no condicionar a tus hijos
Además de evitar condicionar a los niños y tener cuidado en las palabras que usas al describirlos, debes dedicarte a conocerlos, a comprender sus motivaciones, fortalezas y debilidades, y a demostrarles sobre la importancia de un diálogo abierto y honesto, con seguridad y con contención. Los niños no son proyecciones de nosotros mismos, y nuestros temores y frustraciones no deberían afectarlos (ni ser impuestos) en sus vidas.
Los niños saludables (física, emocional y mentalmente) no “se convierten” mágicamente en lo que esperes de ellos por la presión de tus palabras. Al repetirle una y otra vez que él o ella debe ser algo que tú quieres, sin que sea lo que tu hijo o tu hija quieran para sí mismos, sólo crea condicionamientos, presiones y augura malos resultados en su camino de vida, intentando cumplir con las presiones en lugar de buscando su propia felicidad.
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"Además de evitar condicionar a tus hijos y tener cuidado en la manera en la que los describes, debes dedicarte a conocerlos, a comprender sus motivaciones, fortalezas y debilidades."
Por ejemplo, si tú sufriste por no haber sido hábil en la danza clásica o en los deportes, no siempre es buena idea enrolar a tus hijos en clases de ballet o en profundos entrenamientos deportivos, obligarlos a cumplir tareas sin que siquiera gusten de hacerlo, y mucho menos debes presumir frente a tus amigas diciendo que tu pequeña es la futura estrella mundial de la danza clásica o que tu niño será campeón mundial ya desde la adolescencia. Tampoco la condiciones a lo que “debe ser”: la mejor alumna de la case siempre, el atleta más veloz, un astronauta, el futuro de la medicina. En cambio, deja que vayan descubriendo aquello en lo que son buenos por su propia naturaleza, disfrutándolo, tratando de evitar condicionar a tus hijos con tus palabras y dándole el apoyo que los acompañe a cada paso del camino que decidan recorrer en su vida.