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El Chantaje Emocional hacia los Hijos

El Chantaje Emocional hacia los Hijos

El chantaje emocional es una noción tan llamativa como habitual, a menudo sin que siquiera lo sepamos. Entra a esta nota y descubre sus consecuencias en nuestros hijos.

23/11/16 por Eugenia

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Frases como “si no lo haces lloraré” u otras semejantes son ejemplos de chantaje emocional, y no son tan eficientes como el diálogo franco y amoroso.

Chantaje Emocional: ¿Eres Víctima o Victimario?

Si escuchamos la palabra “chantaje” fruncimos el ceño en intriga y en disgusto, la relacionamos a una película de acción, o simplemente a una ‘mala persona’. Pero lo cierto es que es una técnica sumamente utilizada habitualmente: por las parejas que desean algo de sus medias naranjas, por las amistades que se aprovechan de nuestra bondad y, más notorio aún: por numerosas mamás y papás del mundo entero. El chantaje emocional hacia los hijos es una manipulación de emociones, sentimientos y deseos para poder obtener algún beneficio a cambio.

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Seguro que las mamás y los papás no hacen chantaje emocional con ese fin mafioso que vemos en las películas, sino mayormente por el beneficio de los hijos, por el bienestar de hogar, por su propia tranquilidad. Pero el tema es delicado y sólo puede llevarnos a una pregunta: ¿está bien hacer chantaje emocional, o es una técnica que debemos dejar en el pasado?

¿Qué es el chantaje emocional?

Hablemos en esta ocasión específicamente de la técnica del chantaje realizada por padres hacia sus hijos. Cuando quieres lograr que tu pequeño haga algo (digamos: que coma todos los vegetales de su plato) usualmente comienzas por las buenas formas, pidiéndoselo por favor, animándolo a hacerlo con argumentos de lo más variados. Cuando pasa una y otra vez que el niño no cumple con lo pedido, a veces puede que caigamos en la ira y la frustración, regañándolo por no comer sus vegetales. Pero lo cierto es que la mayoría de los casos, lo que hacemos es una verdadera técnica de chantaje, aprovechándonos de proyecciones, temores al futuro y hasta a las propias relaciones emocionales con la familia.

"Este chantaje de tipo emocional hacia los hijos, ciertamente sólo nos lleva a que los niños tengan una mala relación con la actividad que queremos que haga."

Elige tus batallas: a veces, para que coman toda su comida debes elegir una sabrosa pizza… ¡y adaptar este ejemplo a todo lo demás!

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Sin ánimos de acusar a nadie aquí (todos lo hemos hecho alguna vez), decimos cosas como “si no comes tus vegetales nunca serás alto y fuerte como papá” o “si no comes tu coliflor, tu mente no será tan ágil como la de 'Dora la Exploradora' ”. Pensamos que esto convencerá a los niños de hacer algo que en verdad no desean hacer, y fallamos en comprender que no son mentes adultas que teman a las consecuencias al futuro: son niños, que no están pensando precisamente en cuán altos serán en 10 años, y que ni siquiera comprenden la relación entre la alimentación y el desarrollo cognitivo. Este chantaje de tipo emocional hacia los hijos, ciertamente sólo nos lleva a que los niños tengan una mala relación con la comida: “no soy alto culpa de los vegetales”.

Tipos de chantaje emocional

No sólo con amenazas se demuestra el chantaje emocional hacia los niños. También las emociones entran en este juego perverso al que ni siquiera damos importancia. Piensa si alguna vez le dijiste a tu niño o niña “cuando no comes tus vegetales haces llorar a Jesús”, o “yo me pongo muy triste y lloro cuando no comes tus vegetales”. Puede que alguna que otra vez logres que tus niños limpien el plato de comida, pero lo cierto es que la repetición de estas frases tan profundas van dejando en su corazón una sensación de temor: no debo comer los vegetales porque es mi deber, sino porque si no lo hago mi mamá llora. Lo mismo se aplica a las simulaciones de llanto, a los gritos, y a toda acción que se aleje de la verdad: la comida es fundamental para vivir, y está en su beneficio comerla, sin llantos, sin teatralidad.

Pero ese no es el único modo que toma el chantaje, también está el de tipo práctico, el de las acciones concretas. También lo has hecho alguna vez, en especial cuando ya son un poco mayores: “si no ordenas tu habitación te quedarás sin ver la TV por una semana” (algo que decimos y que nunca podemos cumplir, pues nosotros mismos somos los que encendemos la  TV a la hora de comer), “si no comes tus vegetales no podrás comer el postre después” (y cuando retiramos el plato aún lleno, servimos el postre para todos), y muchas más. En muy poco tiempo estas frases pierden todo tipo de efectividad, nuestra palabra pierde validez y, en el caso de que las cumplas, el niño no aprende a hacer sus obligaciones y deberes, sino a evitar las consecuencias. Puede sonar poco significativo, pero es un tipo de chantaje emocional que ellos mismos aprenderán a aplicar a lo largo de sus vidas, y con las demás relaciones significativas de su edad adulta.

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"Puede que alguna que otra vez logres tu cometido, pero lo cierto es que la repetición de las frases con chantaje van dejando en los niños una sensación de temor."

Cómo evitar el chantaje emocional hacia los hijos

Lo primero es comprender, para poder enseñar sobre las consecuencias de las acciones. Hazlo con inteligencia: en nuestro ejemplo, sirve platos con el contenido justo y no con porciones para adultos. Prepara las comidas con diseños y colores que resulten más atractivos o, también, sirve dos cucharadas de ejotes y, cuando tu hijo se niegue a comerlos, “haz el compromiso” de quitar una cucharada de su plato, para que él o ella coma sólo “la mitad”… que es la cantidad que querías que comiera desde el primer momento.

Aplica la técnica a las demás acciones en las que quieras educarlos, como el orden, los deberes, las tareas del hogar, y lo que sea. Estos valores son mucho más educativos y realistas que los regaños, las lágrimas, los gritos y el chantaje emocional con los hijos.

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