Cómo Reconocer a un Narcisista

El narcisista puede definirse como una persona demasiado involucrada consigo misma, de una manera obsesiva y hasta maniática. Una explicación bastante fácil de comprender surge al analizar la procedencia de la palabra: el término “narcisista” hace referencia al ser mitológico Narciso, un hombre que se consideraba extremadamente hermoso, razón por la que ganaba la admiración de todos, pese a que él ignoraba a quienes lo rodeaban por no considerarlos dignos de su compañía.

Cuenta el mito que la ninfa Echo se enamoró de Narciso, pero ante el rechazo de él, la ninfa despechada rogó a los dioses que Narciso sólo pudiera enamorarse de sí mismo. Así fue que un día fue a beber del agua de un manantial y notó su reflejo en el agua, quedando hipnotizado, tanto que ya nunca más pudo apartar su mirada del reflejo del agua, muriendo así de hambre y hasta de sed, incapaz de moverse para no quitar la imagen de sus ojos. En castigo, Narciso fue convertido en una flor, tan hermosa como maloliente.

"El narcisista puede definirse como una persona demasiado involucrada consigo misma, de una manera obsesiva y hasta maniática."

Características de un narcisista

Identificar a un narcisista puede hacer una gran diferencia en tu vida diaria. Por un lado, porque te ayudará a determinar qué nuevas personas querrás dejar entrar en tu vida, en busca de tu bienestar. Y por otro lado, identificarlo en tu entorno familiar y laboral también te permitirá saber cómo tratarlo, sin afectar las relaciones y procurando un buen entorno social.

Para ello, necesitas primero saber cuáles son los rasgos más habituales de los narcisistas:

Cuidan demasiado su imagen:Su principal motivación es el cuidado de sí mismo, desde una actitud compulsiva (no nota si daña a un ser querido cuando se trata de cuidar de su imagen o de su estirpe social).

Son personas vanidosas: Buscan observar su reflejo en cada espejo, vidrio, cristal y hasta cauce de agua o pieza de cubertería que encuentran en su camino.

Se consideran superiores a los demás: No sólo eso, sino que constantemente fantasean con tener poder sobre el resto, con los beneficios obtenidos por su belleza, y exageran sus triunfos mientras niegan sus fracasos, aunque sean actos regulares.

Atacan al que creen superior: Cuando no se sienten el más bello o el mejor, su primera actitud es la de atacar y embarrar la imagen de otros. Suelen ser quienes inician los chismes más crueles con esta única intención.

Dañan a los demás sin pensarlo: Para lograr su objetivo de exaltar su propia imagen, a menudo no identifican las emociones de las otras personas, sin importarles si se trata de su pareja, de sus hijos o sus seres más queridos.

Suelen ser manipuladores: Experimentan el placer de actuar como víctimas o como salvadores a la vez, con la única intención de buscar elogios.

Se rodea de gente que cree inferiores: Procura rodearse de personas a quienes considera inferiores, tanto en aspecto como en intelecto, para estimular su auto-imagen de superioridad.

No toleran bien el rechazo: Actúan con emociones exacerbadas cuando su (débil) ego se ve amenazado. Pueden ser personas muy hirientes, aunque no suelen ser violentas físicamente (a riesgo de afectar su imagen estética como resultado de una pelea, por ejemplo).

Buscan participar sólo en situaciones de poder: Además, no son buenos trabajando en equipo, por temor a no brillar en la actividad.

Suelen ser críticos de los demás, conocidos y desconocidos por igual: Constantemente intentan poner en vergüenza a quienes comiencen a destacar en algo, como medida preventiva.

Hablan maravillas de si mismos: En todos sus diálogos, se muestran como el protagonista de cada historia, el héroe salvador, e intentan hacer que todas las demás historias tengan algún tipo de relación hacia ellos (“Juan ganó la competencia luego de que yo le dijera que participara en la carrera”).