Cómo Saber si mi Hijo Sufre Bullying

¿Qué es el bullying?

El bullying es un tipo de acoso caracterizado por una o más personas ejerciendo su fuerza o poder sobre otra, en base a una diferencia poco valedera. Cabe decir: los niños más corpulentos de la escuela acosan a los más flacos y estudiosos, los hombres y mujeres de cargos jerárquicos más altos acosan a los empleados novatos que recién se incorpora a las instituciones, sólo por ser nuevos en el plantel.

El bullying puede sucederse en cualquier ámbito y situación. No existe una razón lógica que lo justifique, sino más bien el temor a lo diferente, a lo desconocido, a vernos opacados, a sentirnos inferiores en un aspecto lo que hace que busquemos compensarlo por otro que sí podamos manejar o en el que destaquemos, normalmente: la fuerza física, el tamaño corporal y otros semejantes.

Este asunto es de vital importancia en la edad escolar. Es allí donde se dan casos de bullying más habitualmente, por un escaso control adulto en las actividades infantiles, sumado a la incapacidad de muchos pequeños para defenderse de sus agresores, quizás por temor, o quizás por una falta de desarrollo psicosocial a tan corta edad.

"Para saber si tu hijo sufre bullying debes analizar cambios en su comportamiento, y prestar atención a las señales que te permitan descubrir si está siendo acosado."

Para saber si tu hijo sufre bullying debes analizar cambios en su comportamiento, y prestar atención a las señales que te permitan descubrir (incluso sin preguntar) si está siendo acosado en el ámbito escolar u otro.

Señales para saber si tu hijo sufre bullying

Hay muchas conductas que se hacen habituales entre niños que están siendo acosados por sus pares. Algunas incluyen cambios de conducta que pueden describirse como retrocesos en el aprendizaje normal (por ejemplo, comienza a orinarse en la cama o a fallar en sus estudios) y otros pueden describirse como nuevas conductas (comienza a ser agresivo con los más débiles, se rehúsa a hacer las actividades que antes gozaba).

Estas son 20 señales a las que debes prestar atención para saber si tu hijo es víctima de bullying:

• No quiere ir más a la escuela (o al sitio donde sufre el acoso)
• Falla en sus exámenes y deberes
• No tiene tanta concentración como antes
• Se encierra en su habitación o en “su propio mundo”
• Se comporta atemorizado de reunirse con sus pares, evita ir a cumpleaños, excursiones y otros eventos sociales o escolares
• Se muestra inseguro y temeroso
• Puede verse triste y depresivo, incluso llora a menudo cuando antes era un niño vital
• Tu hijo puede sufrir bullying si cambia constantemente de humor, de la risa al llanto sin motivo aparente
• A veces estalla en episodios de ira por cualquier motivo, y se descarga en su enojo con sus hermanos menores, mascotas u otros más débiles, intentando compensar lo que sucedió
• Presenta moretones, magulladuras y lesiones frecuentemente
• Se aísla de sus amigos
• Ni bien sale de la escuela busca volver a casa, y no quiere estar solo en sitios públicos
• Deja de tener control de esfínteres, en especial en la noche
• Tiene dificultad para conciliar el sueño, y muchas pesadillas
• Tiene trastornos digestivos, con vómitos, náuseas y pérdida de peso
• Presenta las señales habituales del estrés emocional
• Se rehúsa a comer y se muestra desinteresado incluso por las golosinas
• Esconde sus pertenencias
• Al interactuar, esconde sus manos y pies, y esquiva la mirada
• Ha perdido la risa, la motivación y la vitalidad que antes le caracterizaba

¿Qué hacer si tu hijo sufre bullying?

Si has detectado varias señales de bullying, lo primero es hablar con su maestra, los directivos de la escuela o del sitio donde creas que el niño o la pequeña está sufriendo de acoso. Trata de hablar con él o ella, pero sin presionar: se expresará sólo cuando se sienta a gusto, y quizás no lo haga contigo sino con un hermano mayor, un psicólogo de la escuela, o hasta con algún amigo.

Mantén la calma y enseña a tu hijo a hablar, a intentar resolver las situaciones mediante la palabra. Propicia un entorno en el que tu hijo pueda expresarse libremente sin ser reprimido, en especial por otros niños o hermanos mayores que lo tilden de ”débil” por no haberse defendido de su abusador.