Cómo convivir con tu decisión de no tener hijos

Has decidido no tener hijos, pero la pregunta te envuelve en cada reunión familiar: ¿Para cuándo un niño?. Es inevitable recibirla, y deberás prepararte para convivir con ella.

Cómo convivir con tu decisión de no tener hijos

Cómo defender tu decisión de no tener hijos

Los niños son normalmente motivo de alegría tanto para ambos padres como familiares. Pero, ¿qué pasa cuando se decide no tener hijos? Preguntas, reproches e interrogantes suelen surgir de forma abrupta entre familiares e incluso amigos más cercanos, que no entienden esa decisión. Hoy vamos a ver cómo puedes defender tu punto de vista y sin crear controversias.

"No tener hijos es una decisión personal, pero, te guste o no, afecta a tus familiares."

No tener hijos debe ser una decisión firme

Si te ves asaltado cada dos por tres con preguntas del tipo "¿Cuánto más van a esperar para darme un nieto?" o "¿Para cuando un hijo?", seguramente sea porque no has dejado las cosas lo suficientemente claras. Si no quieres pasarte el resto de tu vida contestando con negativas confusas o eludiendo el tema (aunque esto resultará casi imposible), sé firme y comunica a amigos y familiares cuando surja la ocasión, que no te pregunten más porque tu decisión de no tener hijos es firme y no va a cambiar. De esta forma, dices la verdad a tus familiares y das lugar para que lo acepten más rápidamente.

¿Y si uno sólo en la pareja quiere tener hijos?

¿Y qué pasa cuando tu pareja está dispuesta a aumentar la familia y tú no? Tener hijos es siempre decisión de dos, y no de uno solo. Dar vida a un nuevo ser humano debe ser una decisión meditada, seria, y por supuesto, con el consentimiento de ambos. Si uno quiere hijos y el otro no, por lógica debería prevalecer la decisión de este último.

Paciencia ante las críticas por no tener hijos

Sí, es una decisión personal. Pero, te guste o no, afecta a tus familiares, especialmente a tus ascendientes como padres, hermanos, abuelos, tíos, etc. Piensa que el hecho de que tú vivas es porque en su día tus padres decidieron concebirte, verte crecer, ver cómo les podrías dar alegrías futuras (muchas veces en forma de nietos). De igual forma, a tu único hermano le gustaría un sobrino propio, o a tu abuela ver al que podría ser su último descendiente antes de que fallezca.

Cuando cuentas a tus familiares que no estás dispuesto a tener hijos, les supone un duro golpe emocional que no es fácil de aceptar, y que por supuesto, necesita de la máxima empatía por tu parte (a aceptar críticas, reproches, incluso enfrentamientos), así como de una infinita paciencia.

Cuando expliques tu postura, no hay necesidad de decir "Jamás cambiaré de decisión", por dos motivos: esto dará una pequeña esperanza a tus familiares (la cual buscarán constatar cada cierto tiempo volviendo a hacerte la pregunta), además que nunca sabes si vas a cambiar tu postura o no: lo que te suena a error garrafal con treinta años, te puede parecer idílico a los treinta y cinco, y es que la vida da muchas vueltas.

Aprender a convivir con la pregunta

Cada quién tendrá sus propios argumentos para tomar la decisión de no tener hijos. Algunos dirán que no pueden enfrentar un gasto de ese tipo, que no es momento, que la pareja no esta totalmente consolidada, que primero la casa o el auto, que esperarán un aumento de sueldo... Sea lo que sea, tu decisión siempre va a ser momentánea, ya que si hoy crees firmemente que no quieres hijos, quizás en dos años pienses lo contrario.

"Recuerda que es difícil evitar que te hagan la pregunta, pero sí puedes manejar tu reacción frente a ellas."

Ten presente que tomar la decisión de no tener hijos será puesta en tela de juicio continuamente, y será mejor pensar bien las razones y repetirlas cada vez que lo pregunten. Llénate de paciencia y trata de ver el lado positivo: si tus familiares insisten, será siempre desde el mejor de los deseos. Pero también si explicas firmemente tu decisión, y siempre teniendo en cuenta que no sabes si será para siempre, puedes tomar las preguntas como una forma de animarte y no como un reproche (aunque en el fondo lo sean). Recuerda que es difícil evitar que te hagan la pregunta, pero sí puedes manejar tu reacción frente a ellas. Al fin y al cabo, todos tienen derecho a preguntar, y tú a responder.