Cómo convivir con una enfermedad

Convivir con una enfermedad no es sencillo, pero tenemos dos opciones: dejarnos abatir, o vivir el presente, con total optimismo y fortaleza, sabiendo que sólo con la segunda opción podremos salir adelante.

Cómo convivir con una enfermedad

Cómo vivir con una enfermedad

Nuestro cuerpo es una máquina finamente ajustada. Es casi como un ecosistema cerrado en el que todo se relaciona con todo, en una armonía comparable con la delicada maquinaria de un reloj. Es cierto: nuestro organismo es lo que conocemos como un milagro biológico... un milagro que, en algunas ocasiones, puede verse alterado.

Accidentes, incidentes y enfermedades son algunos de los males que acosan a nuestro organismo, prácticamente a diario. Un sistema inmune, es decir: un sistema de protección eficaz combate contra numerosos de estos males, con una altísima tasa de éxitos, pero a veces la agresión es lo suficientemente significativa como para que de hecho afecte nuestro bienestar y nuestra integridad.

Algunas de estas enfermedades son bien conocidas: el cáncer, el SIDA y la mayoría de las enfermedades autoinmunes, así como las enfermedades congénitas. Hoy se van hallando soluciones y tratamientos, posibilitando una mejor calidad de vida y dejando así de ser una sentencia de muerte. Pero su mera presencia es una amenaza a la parte más delicada de nuestro ser: nuestra mente.

"El ánimo, el buen humor y el optimismo son esenciales en el combate contra una enfermedad y una agresión."

La importancia de aceptar la enfermedad

El ánimo, el buen humor y el optimismo son esenciales en el combate contra una enfermedad y una agresión. Un buen estado mental facilita una pronta recuperación o, en el peor de los casos, una subsistencia libre de eventos y más disfrutable, incluso cuando se trate de una enfermedad degenerativa y en constante marcha. La mente ha de imponerse sobre la materia para ello, lo que a veces puede afectarnos de manera negativa.

Cuando la mente se impone sobre la materia en estados mentales negativos, comienzan los problemas y amenazas. Cuando nos dejamos vencer y nos torturamos con constantes pensamientos de malas profecías, el cuerpo responde en consecuencia: es como bajar los brazos para dejarnos vencer por el enemigo. Así, el primero y más importante de los pasos para aceptar y lidiar con una enfermedad o mal, es conservar el mejor de los estados anímicos posibles.

Cómo se adquiere

Una enfermedad puede ser adquirida por prácticas y comportamientos, por exposición al agente causante o de contagio, o bien puede ser congénita o hereditaria. Aunque la prevención es siempre la principal barrera para el contagio y la adquisición de enfermedades, hay males que están escritos en nuestro destino. Las congénitas son un claro ejemplo de ello: no hay nada que podamos hacer para evitarlas, pues ya están presenten en nosotros desde el momento de nuestra concepción.

Otras enfermedades adquiridas se deben a la exposición a agentes causantes y de contagio. El cáncer, por ejemplo, puede desencadenarse por la exposición a los agentes ambientales convencionales: el aire, el agua, los alimentos y muchos más. La presencia de esta enfermedad debe suponer la lucha para la subsistencia, y no el abatimiento en la búsqueda de sus causas y en los pensamientos de "qué hubiera pasado sí...". El pasado ya ha ocurrido, la exposición o el contagio ya han sido efectuados: sólo resta lidiar con la realidad actual.

Vivir el presente ante una enfermedad

Cuando una persona está enferma puede estar consciente o preocupada por un futuro más o menos cercano. Pero cuando hay aceptación de la condición de enfermedad, se puede vivir el hoy. Esto es fundamental para el disfrute de una persona, y también de sus seres cercanos. Recuerda siempre que la ciencia avanza a diario, que no se sabe si mañana se descubrirá una nueva vacuna o tratamiento. Sería mejor quedarse a verlo, ¿verdad?

"Cuando nos dejamos vencer y nos torturamos con constantes pensamientos de malas profecías, el cuerpo responde en consecuencia."

Por eso, elige tener optimismo, buen humor, disfruta de la vida y deja de analizar el por qué de la enfermedad. Lidia con ella, convive con ella, y subsiste a ella: lo pasado, pisado; el por qué no es significativo en la amplia mayoría de los casos, como tampoco lo es el "por qué a mí". Hay cosas que no tienen explicación, y hay preguntas que no tienen respuesta. Es mejor vivir la vida y disfrutar, que sentirse con la constante presión de la sabiduría de datos que, a final de cuentas, no cambian la realidad y te impiden de disfrutar del hoy.