Cómo evitar la parálisis profesional
Hay momentos en que estamos bloqueados, sin saber qué hacer, por dónde empezar ni cómo continuar. Son tres los tipos de parálisis profesionales más frecuentes, y aquí los analizamos para encontrar la solución.
3 tipos de parálisis y las soluciones
¿Te encuentras estancado, paralizado, sin saber qué hacer o cómo hacer lo que quieres? Hay al menos tres tipos distintos de parálisis, y aunque debemos enfocarnos en las soluciones, es importante conocer cuál es su origen para aplicar la técnica más adecuada en cada caso.
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1. Sencillamente, no sabes qué hacer
Quizá has estado trabajando en lo mismo mucho tiempo, o nunca te has parado a plantearte otras alternativas u opciones profesionales, y de repente, te encuentras con que tu situación ha cambiado, o que simplemente lo que antes te gustaba ya no, que ya no estás satisfecho. Quieres hacer otra cosa pero no tienes ni idea de qué.
Haz el siguiente ejercicio: ¿Qué harías si tu profesión dejara de existir y no pudieras hacer nada remotamente parecido?. Debes pensar cinco respuestas. Cuando logres dar con estas alternativas te relajará saber que hay algo más aparte de lo que haces que te podría interesar.
"Hay al menos tres tipos distintos de parálisis, y es importante conocer cuál es su origen para aplicar la solución más adecuada."
Lo que necesitas es trabajo de introspección. Párate a pensar quién eres, qué quieres, qué necesitas, qué te gusta, cuáles son tus prioridades. Esto a veces es fácil, y otras no.
2. Parálisis debido a miedos e inseguridad
En este caso sí tienes claro (más o menos) lo que quieres, pero no te atreves a dar el paso por miedo. Miedo de todo tipo: A fracasar, a equivocarte, a las críticas, a no estar a la altura, etc. Lo primero que tienes que tener claro, aunque suene duro, es que el miedo no desaparece, más bien se transforma. Empiezas con unos miedos, luego tienes otros, etc. Tienes que acostumbrarte a tener miedo y seguir adelante a pesar de él. Ese es el único método. Si paralizas tus planes hasta que desaparezca el miedo, vas a estar esperando indefinidamente...
Por supuesto, puedes tratar de minimizar el efecto de tu miedo. Por ejemplo, teniendo un plan B por si acaso lo que quieres no funciona. Eso ayuda a muchas personas a quedarse más tranquilas y a poder seguir adelante. Otras, sin embargo, prefieren lanzarse sin mirar atrás y no considerar más opciones, quemar los puentes, como se dice. De ti depende.
Otra opción que te puede ayudar es profundizar en lo que te da miedo, analizar lo peor que podría pasar. Para que te des cuenta de que, en muchísimos casos, lo peor que podría pasar no es tan malo. Pero lo más recomendable si esta es tu situación, es concretar tu proyecto. Porque cuando tu proyecto es algo difuso es normal estar asustado, pero cuando eres capaz de verlo, sentirlo, imaginar cómo será y tener en mente qué es exactamente lo que quieres, se reduce la incertidumbre, se reduce el miedo (insistimos, no desaparece), y lo más importante, sabes por dónde empezar.
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"Si paralizas tus planes hasta que desaparezca el miedo, vas a estar esperando indefinidamente."
3. Tienes tanta información que no sabes por dónde empezar
En este caso, hay que empezar por dejar de buscar información, ya es suficiente. Está muy bien tener información, pero para que te sirva de inspiración ¡no de lastre!. Esto es algo muy frecuente, no te preocupes, nos pasa a todos cuando estamos ilusionados por empezar algo. Lo importante ahora es parar y volver a tus inicios, por así decirlo, a considerar qué es lo que de verdad quieres, para que no te dejes llevar por todo lo que has visto.
Una vez que tengas una imagen clara de lo que quieres, llega el momento de crear una estrategia, un plan de acción para que no te vuelvas a saturar de información y te enfoques en lo que te va a dar resultados.