Cómo encontrar el equilibrio

Equilibrio en cuerpo, mente y alma

Cuando hablamos del equilibrio del cuerpo nos referimos a diversos factores. Por un lado, mencionamos el equilibrio físico, la capacidad de balancear el peso de nuestro cuerpo de modo de no perder la estabilidad. También nos referimos al equilibrio mental: a la prevalencia de los pensamientos positivos por sobre los negativos, a la correcta transmisión de pensamientos e ideas, a la capacidad de sentir diversas sensaciones y emociones sin caer en extremos ni perder el control de nuestro ser emocional.

Una mente equilibrada en cuanto a sus energías y emociones hace también a un organismo equilibrado. Cuando pierdes el equilibrio emocional lo manifiestas de manera casi automática en tu equilibrio orgánico: tu ritmo cardíaco disminuye, tu sistema inmune se debilita, eres más propenso a enfermedades y malestares y, sencillamente, no estás a gusto dentro de tu propia piel.

"Una mente equilibrada en cuanto a sus energías y emociones hace también a un organismo equilibrado."

En cambio, cuando estás en equilibrio en tus pensamientos y emociones, el cuerpo se fortalece. Sin más entrenamiento que el de la paz mental, podrás equilibrar el peso de tu cuerpo con mayor facilidad, aunque suene algo extraño. Es que el equilibrio físico no es más que nuestra conexión con el mundo que nos rodea y, como bien dijimos y sabemos, si no estás bien contigo mismo tampoco puedes estar bien con los demás.

Cómo lograr el equilibrio

Encontrar el equilibrio es una tarea que toma su tiempo y dedicación. La mera determinación de equilibrarnos es el primer paso de un largo camino que has de afrontar con calma y paciencia. Se requiere de esfuerzo para liberar la mente de patrones negativos y para equilibrar las emociones, pues estamos tratando con un elemento nuestro que requiere de tiempo para adaptarse a los nuevos estados.

Es esencial abandonar la ira y el rencor para hallar el equilibrio. Las tensiones, estrés y preocupaciones seguramente tendrán su parte en esta escena, pero la ira y el rencor son los dos enemigos de nuestro bienestar, también a nivel físico.

Trabajando con profesionales de la salud mental, con guías, con referentes espirituales o sólo por nuestra cuenta podremos ir equilibrando, de a poco, nuestras emociones, aunque para lograrlo necesitaremos determinación y constancia.
Es importante que llamemos a la paz y a los buenos pensamientos: la fe, la esperanza, la confianza y el amor neutralizan, con el tiempo, las cargas negativas de nuestras emociones.

A diario debes ejercitarte en lo físico, en lo emocional y también en lo mental. Además del ejercicio físico, procura pasar al menos 5 minutos pensando en lo bueno que ha sucedido en el día. Si no encuentras algo por mencionar (supongamos que hubieras tenido realmente un mal día), pues concéntrate en lo que te es seguro: calza tus zapatos más lindos y obsérvalos, viste tu mejor bata de baño y aprecia su comodidad, prepara tu platillo favorito y degústalo como si fuese la primera vez. Calma tu mente con ejercicios de relajación y respiración profunda, y desconéctate de las influencias y estímulos externos por un tiempo. Reemplaza los pensamientos negativos por positivos, y los malos recuerdos por buenos.