Para freír se recomienda utilizar algún aceite vegetal, como el de girasol o el de oliva, y utilizarlo hasta que comience a degradarse. En ese punto debe reemplazarse.
Los síntomas que ayudan a reconocer cuándo el aceite está para tirarlo son el color rojizo, la espuma persistente, los olores extraños y la rapidez con la que empieza a salir humo.
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