Sociedad
Por qué nunca elogiar a nuestros hijos

El peligro de elogiar todo el tiempo a nuestros hijos

Los elogios hacia los niños tienen un doble significado, que es mejor analizar para no dejar secuelas en su autoestima. Conoce por qué no siempre es bueno alentarlos todo el tiempo.

14/11/18 por Eugenia

Los niños necesitan de la aprobación de sus padres, cuando en verdad hayan tenido un logro personal

Lo malo de elogiar a tus hijos

Quizás no haya existido una madre en el mundo entero que piense que su hijo no es “lo mejor de lo mejor” en todo, al menos en sus palabras. Es que, como mamás, estamos acostumbradas a celebrar todos y cada uno de sus aciertos, y también de halagar su intento cuando no hubiera cumplido un logro. Solemos elogiar a nuestros hijos para estimular su confianza y demostrarles nuestro cariño… pero hay una tendencia novedosa que nos dice que no siempre estaremos haciéndoles el bien al cumplimentarlos constantemente. Entérate de qué se trata, a continuación.

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Cuidado con la cultura del “exitismo”

Cuando tu hijo hace un gran dibujo, elogias su veta artística. Cuando tu hijo y su equipo ganan el primer puesto en el campeonato, lo llevas a comer pizza y helados, y cuando terminan en segundo, tercer o cuarto puesto, lo animas diciéndole que “la próxima vez llegará primero”. Sin saberlo, y sólo buscando fomentar su autoestima, lo que hacemos es propagar la noción de que “o se es primero o no se es nada”. Inculcamos a nuestros hijos esta noción del exitismo, de que sólo debemos festejar si somos los Número 1, y de lo contrario debemos anhelar serlo y trabajar duro.

Pero el mundo real no es así. Tan pronto como crecemos, notamos que no siempre somos los mejores, que de hecho probablemente nunca seremos “los mejores en todo” y que, sólo con algo de suerte y esfuerzo, podremos ser “buenos” en “algo”. Cuando elogiamos constantemente a nuestros hijos no los preparamos para el fracaso sino para la frustración, marcando la brecha entre el “Número 1” y todo lo demás.

"Cuando elogiamos constantemente al niño en sus aciertos, sólo lo predisponemos a un concepto terrible: para recibir elogios debe ser siempre el número 1."

Razones para no elogiar a nuestros hijos

Cuando elogiamos constantemente al niño en sus aciertos, sin enseñarle sobre la importancia de aceptar las propias limitaciones y a reírse de sí mismo, sólo lo predisponemos a un concepto terrible: para recibir elogios debe ser siempre el número 1, debe hacerlo todo bien, de lo contrario defraudará a todos, decepcionará a mamá, se sentirá frustrado. ¡Basta con eso!

Por otro lado, algunas mamás optan por elogiarlo pese a sus errores y desaciertos. Felicitan al niño que llega de último por “haber participado”. Pero la mayoría de los casos, realmente el pequeño tenía el potencial de llegar en otro puesto en la carrera. En esas ocasiones, elogiar a quien no hace su mejor esfuerzo, a quien ni siquiera lo intenta, sería educarle para lo opuesto: el derrotismo, la comodidad y, posteriormente en la vida, la mediocridad. Y seguramente que no quieres eso para tus hijos.

¿Cuándo elogiar a nuestros hijos?

No se trata tampoco de nunca elogiar a tus pequeños, ni de hacerlos sentir como insuficientes todo el tiempo diciéndoles frases como “buen intento”, o “lo que en verdad cuenta es el esfuerzo”. Los niños necesitan de la aprobación de sus padres en algunas ocasiones y, cuando en verdad haya tenido un logro, allí es cuando debes felicitarlo. Lo verdaderamente importante no es salir primero en la carrera, sino de notar cuál ha ido su propio avance personal, y cuán feliz está de haber podido participar, pese a que sólo ha estado entrenando unos pocos días para ello.

Si le dices a tu hijo que él ya es un genio, que todo lo hace bien, que es un campeón natural, lo dejarás en una posición cómoda en la que no sentirá la necesidad de mejorar, pues él ya es un As. Más adelante en su vida se dará cuenta, de pronto, que después de todo no es tan un genio como mama decía, y eso impactará en su autoestima, y de enorme manera: se sentirá abatido, incapaz de cumplir con las expectativas.

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"Elogiar a quien no hace su mejor esfuerzo, a quien ni siquiera lo intenta, sería educarle para el derrotismo, la comodidad."

Procura elegir los elogios que le hagas, e intenta que no giren en torno al éxito convencional. Lo importante es el esfuerzo y el trabajo, y no (sólo) el resultado. Los atributos que deberían halagarse y reconocerse son el talento puesto en acción, y no sólo la posesión; la creatividad, el esfuerzo, la dedicación. El que tenga la capacidad de algo, un “potencial”, una “inteligencia” no indica que el niño hará algo con ella en su vida. Si lo elogias tan sólo por poseerla sería tan absurdo como felicitar a tu hijo por tener los ojos de cierto color, el cabello de cierta textura, o un cierto tamaño de dedos en sus pies.

No es lo que se “tiene”, ni mucho menos lo que se “podría hacer con ello”: es lo que se hace lo que cuenta, lo que enseña y lo que hace que tus hijos sean, con el tiempo, hombres y mujeres seguros de sí mismo, y bien encaminados hacia el éxito verdadero: el de la satisfacción personal.

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